Mi percepción sobre cómo debían ser las oficinas del Barcelona ha ido cambiando con los a?os. Hace tiempo, me las imaginaba con se?ores en chándal analizando jugadas y jugadores, con pelotas (las de jugar, se entiende, los otros siguen ahí) en los cajones y con aroma a fútbol. Luego llegó Nú?ez y en mi mente esas oficinas pasaron a ser algo así como las de una gran inmobiliaria en la que se hablaba de llambordines, ampliaciones del estadio y proyectos de pisos en el Mini Estadi. De las pelotas, se pasó a las hormigoneras. Más tarde, nada más aterrizar Joan Laporta, aquello se me antojó como la situation room de la Casa Blanca. Micrófonos por todas partes y espías. Faltaba sólo el tipo que lleva wikileaks filtrando informes.