Los portugueses se preguntan cómo es posible haber perdido tantos puntos en los cinco partidos jugados. Pocos se imaginaban que a estas alturas haya que pensar en un milagro para estar en el Mundial. El sábado jugaron a la portuguesa, como anunció Queiroz, y el resultado fue el que sabemos. Hay descontento, desilusión y rabia. Y, desde luego, preocupación: tener al mejor jugador del mundo y a algunos de los mejores pagados en Europa parece no ser suficiente.